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Humberto Della Corte creó una empresa para subirse a la burbuja tecnológica. Encontró su nicho cuando se cansó de escuchar que todos los operadores estaban ocupados. Sirve para todas las actividades, pero la usan mucho los médicos.
Soy ingeniero electrónico, pero tengo 56 años: no salí de Stanford ni de Silicon Valley.” Humberto Della Corte lo aclara porque su emprendimiento empezó a gestarse en plena expansión de la burbuja tecnológica. “Veía que se compraban empresas relacionadas con la Web por cientos de millones de dólares, y me parecía que eran actividades que podían hacerse juntándose entre tres personas un fin de semana. No lo podía creer.” En especial, lo inspiró Blue Mountain, uno de los primeros portales mediante los cuales se podían mandar e-cards gratis. “Había que dar la dirección de mail del destinatario y la del remitente; y la empresa las ponía en su base de datos, que después vendía. Todavía no existía el concepto de spam”, recuerda.
En 1999 creó Cormos, con la idea de generar grupos de afinidad. “Yo vivo en Pilar y hay mucho barrio cerrado, incluso edificios, donde la gente tiene problemáticas en común, pero no se comunica”, reflexiona. “Cormos nació para que intercambiaran información, usando las carteleras y los foros de discusión. Tuvimos un éxito parcial”, reconoce Della Corte.
Ya en 2004, detectó una necesidad no cubierta, que tenía él mismo como usuario. Venía del sonsonete “en este momento, todos nuestros operadores están ocupados”. No encontrar más que voces grabadas en el teléfono le resultaba particularmente irritante cuando se trataba de pedir turno con un médico. “Porque además, al médico nunca le ves la agenda. La persona que te atiende te ‘tira’ un turno y sos vos el que tiene que arreglarse para estar libre a esa hora”, indica el emprendedor.
Agenda Aunque hoy todavía los profesionales de la salud son sus principales usuarios, la plataforma de iTurnos es apta para reservar turnos por Internet en todas las actividades. Tomando el ejemplo de los médicos, los pacientes pueden hacerlo en cualquier momento de manera online, y también cancelarlos si fuera el caso. Si el médico-cliente ya tiene un sitio web, la firma le crea para este fin un botón que dice “tomar turno”. Si no lo tiene, la compañía le registra un dominio y le crea su portal.
“Se paga un valor mensual y la unidad de comercialización es la agenda”, indica Della Corte. Por ejemplo, un pediatra paga por una sola agenda. Pero si el cliente es un consultorio en el que atienden varios profesionales, se paga por cada una de esas agendas (cuantas más, menos costosa es cada una).
“El servicio agrega valor de los dos lados”, explica Della Corte. Siguiendo con el mismo ejemplo, el paciente, cuando entra a la página a pedir un turno, ve una grilla semanal que tiene un color en los horarios en que el doctor no atiende; y, dentro de la franja de atención, hay un segundo color para los horarios disponibles y otro para los ya tomados. Una vez que sacó turno, recibe un mail con la confirmación; luego otro recordatorio el día antes, y el día que debe presentarse, un mensaje de texto. De esta manera, el médico previene los “faltazos”; y, además, el médico puede ordenar mejor los turnos “fantasma”.